Hace unos dias pude observar en el telediario cómo un mexicano llamado Pedro Reyes era capaz de crear instrumentos musicales a partir de armas decomisadas por la policía de su país.
Recuerdo como hace unos días realizé una entrada que trataba acerca de la posibilidad que nos ofrece el entorno para trabajar en esta asignatura. Hablaba acerca de la importancia de reutilizar distintos materiales que aparentemente ya no tienen otro uso posible. Y, al igual que muchos plásticos y desperdicios que se acumulan en muchos lugares de nuestro planeta, las armas se nos presentan como un lastre para lograr la paz mundial, como una cortapisa para que seamos capaces de vivir en verdadera comunidad.
Y es que, como todo, este tipo de obras de arte puede tener defensores y detractores. Evidentemente, el sonido que pueda producir el violín aquí encima situado diferirá mucho de un auténtico Stradivarius. Pero está claro que el hecho de convertir un objeto creado para matar en algo creado para hacer música supone una importante revolución en los modos de hacer arte. Y no sólo eso, supone una importante revolución cultural y de las formas de pensar de los demás. Estamos consiguiendo generar una conciencia colectiva de que las cosas pueden cambiar, de que no hay por qué utilizar armamento y que una buena convivencia es posible.
Probablemente estas obras no sean más que un trozo de chatarra con cuerdas que producen cierto tipo de música. Probablemente también se trate de unos instrumentos que, antiguamente fueron algo perjudicial para la sociedad y que, hoy en día, gracias a Pedro, tienen un nuevo uso. Un uso más humano. Un uso, porque no decirlo, más artístico.
"Me interesaba liberar estos objetos de sus demonios en lugar de
perpetuar su asociación a la muerte. Cuando los instrumentos se tocan,
es como si una especie de exorcismo se realizara sobre ellos, y la
negatividad que intrínsecamente poseen se convierte en algo positivo". Pedro Reyes
(Imágenes sacadas de Google)
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