Cuando se acercan estas fechas de recogimiento y fervor religioso muchas veces nos limitamos a visitar alguna procesión, a no comer carne el viernes o, simplemente ni eso, quejarnos por los cortes de Tráfico y desear que no llueva para salir a la calle con cualquier pretexto aprovechando la llegada de la primavera.
He de decir que, como cualquier Semana Santa, habré ido a una o dos procesiones en mi pueblo, también a comer el hornazo que por esos lares se realiza el Domingo de Resurrección y, por si fuera poco, mis amigos y yo hicimos barbacoa el Viernes Santo, para regodearnos y eso ("Viernes Santo, barbacoa al canto").
Sin embargo, diré asimismo que me parece encomiable la labor que, año tras año, multitud de cofradías y Hermandades realizan por estas fechas. Ataviados con trajes y multitud de bellos pasos aguardan todo el año para desfilar y regalar un poco de la cultura colectiva que, como cristianos, queramos o no tenemos y nos pertenece. Es por ello que, como podemos observar en los telediarios, muchos de estos cofrades se sientan verdaderamente tristes cuando su procesión, ese momento tan esperado durante todo el año, no se produce.
Personalmente no entiendo esos berrinches. Mejor dicho, no los comparto. Al igual que un foráneo no entiende cómo puedo contar los días que faltan para las fiestas de mi pueblo . Pero sólo poder observar ese fervor y esa gran devoción que muchos de estos cofrades sienten me hace darme cuenta de que realmente es algo importante para ellos.
Y sin querer entrar a valorar los pros y los contras de la Semana Santa, sin pensar qué lleva a toda esa gente a prepararse a conciencia para esos momentos en que contactan con su lado religioso, tengo que advertir que supone un gran error, se sea o no religioso, el hecho de no visitar ninguno de los importantes pasos que en Semana Santa circulan por las ciudades del país.
La Piedad, Luis Salvador Carmona (Salamanca)
La Dolorosa, Felipe del Corral (Salamanca)
La Soledad, Mariano Benlliure (Salamanca)
La Borriquilla, Carlos Guerra (Salamanca)
Jesús Nazareno (San Felices de los Gallegos, Salamanca)
Porque lo que nadie puede discutir es que todas estas tallas suponen importantes muestras del arte religioso. Un arte religioso que, al menos en nuestro país y más en concreto en nuestra provincia, supone una importante muestra de todo el pasado y de lo que ha sido nuestra cultura colectiva. Y, queramos o no, la Iglesia ha estado siempre muy presente en la sociedad. Nos guste o no, es un arte del pueblo y que supone un crisol importantísimo de fervor, de color y de sentimientos.
Y ya no digo que acudamos a las procesiones motivados por ese fervor y esos sentimientos cristianos. Creo que podríamos simplemente deleitarnos con todo el arte aquí plasmado. Pararnos a observar la expresividad de cada rostro, los colores de cada túnica, el acompañamiento a través de velas y flores de cada talla. Quiero que os paréis a contemplar todos esos aspectos relacionados con el arte que, seamos o no religiosos, pueden llegar a maravillarnos.
¿Por qué no perdernos en alguna procesión de las muchas que hay en España y observar el esmero que se le dió a cada uno de estos pasos? ¿Podemos mirar más allá del aspecto meramente religioso y contemplar cómo se tallaron todas estas imágenes?
Yo creo que sí. Que no está de más pasarse a observar una de estas tallas y maravillarnos como tantas y tantas veces se maravillaron otros, y como tantas y tantas veces se maravillarán otros detrás de nosotros. Se trata de arte religioso sí, pero arte en definitiva. Dejemos de lado tintes de todo tipo y observemos el arte como tal, como forma de expresión.
(Imágenes sacadas de Google)
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