Creo que ya va siendo hora de dedicar una entrada a esa ciudad que me ha visto nacer y crecer. Aquella que, por suerte o por desgracia (suerte diría yo) ha sido mi residencia durante 20 años. Esa ciudad que llevaré en el corazón de por vida y de la que siempre me sentiré orgullosísimo. Esa ciudad es Roma la Chica.
(Imagen de Wikipedia)
Salamanca tiene ya más de 2 milenios de historia. Se originó sobre 4 colinas en un vado natural del río Tormes en su margen derecha. Fundada por vetones (pueblo prerromano) situaba la frontera entre los fértiles valles de los vacceos (agricultores) y las amplias dehesas de los ganaderos vetones. Probablemente el apodo de la ciudad del Tormes se deba al hecho de su asentamiento en torno a colinas como la ciudad romana o quizá, como muchos afirman, al importante patrimonio artístico y cultural con el que la ciudad española cuenta que la hacen asemejarse (ni mucho menos ser igual, Roma es mucha Roma) a la ciudad italiana.
(Imagen de Google)
Estos dos milenios de historia han sido testigos de la transformación de la primitiva Salamanca a una ciudad de servicios, universitaria y Patrimonio de la Humanidad. Una ciudad que respira historia por los cuatro costados. Una ciudad llena de leyendas, de idas y venidas, de guerras, enfrentamientos...
A lo largo de sus calles podemos deleitarnos con las muchas muestras de arte que jalonan esta ciudad castellana. La dorada piedra de Villamayor adorna las fachadas de los principales monumentos. Esa piedra que se ilumina con el sol dando una imagen cálida de la ciudad. La barroca Plaza Mayor, para mí la mejor del mundo, es testigo del paso de los años, de las idas y venidas de los salmantinos. Lugar de asiento y descanso, de intercambio... La Casa de las Conchas con su tesoro escondido (de Isabel la Católica dicen), El Cielo de Salamanca (que inspiró el logotipo de Salamanca 2002 y del que haré una entrada dentro de poco) o La Clerecía son otras de las muestras de todo el arte que esta ciudad regala diariamente a salmantinos y turistas.
(Catedrales de Salamanca. Imagen de Google)
Y cuando pareces haberlo descubierto todo a tus 20 años acerca de esta magnífica ciudad vuelves a maravillarte con historias que desconocías, con lugares que frecuentar con los amigos, con monumentos que no habían captado anteriormente tu atención... Y te das cuenta de lo mucho que sigues debiendo a esta ciudad dorada. No seré yo el que vaya a hablaros del estilo arquitectónico del Palacio de la Salina o del tipo de pintura del Cielo de Salamanca. Prefiero que lo vayáis descubriendo vosotros mismos. Que os perdáis por cada calle, por cada plaza... Que la gente que dice que mi ciudad es un pañuelo y que se ve en dos días no tiene ni idea. Llevo aquí 20 años ( y los que me quedan) y aún me queda demasiado por descubrir. Y yo encantado de poder seguirlo descubriendo.
(Vistas desde la Catedral. Imagen de Google)
No sé qué queréis que os diga, pero prefiero mil veces un buen paseo por el casco histórico de mi ciudad a las aglomeraciones de las grandes ciudades. Prefiero estudiar en la Universidad que tanto prestigio nos dio en el pasado y de la que nos debemos sentir orgullosos antes que hacerlo en cualquier otra. Quiero pasar mis días en esta ciudad a la que tanto debo y de la que aún hoy en día desconozco la mayoría de sus misterios. Os invito a que vosotros también los descubráis pero, sobre todo, a que nunca olvidéis cuáles son vuestras raíces.
Vended Salamanca al exterior como si de una parte de vosotros se tratase. No olvidéis lo mucho que debéis a esta ciudad de poetas, escritores, hidalgos y estudiosos. No olvidéis aquellos ojos que miraban como platos la belleza de la Plaza Mayor en vuestra primera visita al ágora charra. Tampoco las horas que pasasteis en Los Jesuitas, en la Alamedilla, en la Plaza de Anaya, en Selvalandia, en la Tuka, en Gran Vía...
Descubrid Salamanca. No me seáis :D Hasta la próxima amigos.
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