domingo, 21 de diciembre de 2014

LAS NORMAS DE LA PAREJA

 Todo comenzó como empiezan las grandes historias. Con una mirada sincera, unos labios que querían encontrarse y una gran sonrisa, las mejores de las que podíamos regalarnos.
 
Con la firme idea de mantener eso que me unía a ella, escribí unas normas. No son normas como tales, sino una serie de pautas que ayudan a que esto que nos une siga manteniéndose vivo. Son normas que, impepinablemente, deberíamos enmarcar el día que vivamos juntos. Unas normas que ayuden a entender nuestra forma de vida, nuestra forma de entender esto que llamamos AMOR.
 
Cada pareja debería tener unas normas. Aquellas que sirvan para que eso que les une sea lo más sincero posible, lo mejor. Aquellas normas que contribuyan a engrandecer esa historia de dos. Unas normas para tener claro qué fue lo que os gustaba cuando todo empezó, cuando no había preocupaciones de gente, digamos, adulta y para superar también los posibles que os podáis encontrar a partir de ese momento.
 
Norma 7- Sácale una sonrisa siempre y no dejes de sorprenderla... ni aunque os separen 200km.
Norma 10- Promesas, por muy tontas que sean.
Norma 12- No quieras a la persona perfecta, sino a esa idiota que te hace reír.
Norma 13- Que los sueños no nos abandonen.
Norma 15- Esperemos a los 35 para vivir una relación de adultos. No hay prisa.
Norma 23- Cuenta los segundos para volver a verla y, cuando esto ocurra, detén el tiempo.
Norma 32- Reír, juntos y sin motivo.
 
 
No queráis que os desvele ninguna más, porque entonces dejaría de ser algo nuestro. Y la verdadera esencia del amor, de cada pareja, es que ese par de personas tiene algo propio, algo que nadie puede cambiar, algo que nadie entenderá y que te encantará que nadie entienda. Algo que para los demás es extraño, o raro, o simplemente pasteloso. Pero después observas como a tu alrededor, la gente siente envidia sana porque precisamente son cosas como estas las que, sin dejar de ser chorradas, significan mucho más que cualquier otro regalo que pudieras hacerle. Porque son una especie de Constitución de la pareja. Una Constitución que puede cambiarse tantas veces como se quiera, que puede modificarse y ser interpretada libremente por cualquiera de los contrayentes. El destino os ha unido, pero en vuestras manos está el conservarlo así que, hagamos las cosas bien hombre :D
 
Hasta la próxima amigos :D
 
 
 
Norma 1- Empecemos con un para siempre.
 
 
"Y morirme contigo si te matas. Y matarme contigo si te mueres. Porque el amor, cuando no duele mata. Porque amores que matan, nunca mueren."
 

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Echa la vista atrás y SONRÍE, SIEMPRE SONRÍE


Hace un momento, pude observar por una red social como un compañero de clase hablaba acerca de estos cuatro años de vida universitaria con los que ya cuento a mis espaldas. Me ha emocionado el hecho de observar que, cuando se habla desde el corazón, las palabras salen solas.

Y es que, a lo largo de nuestra vida, vamos aprendiendo a hablar, a escribir, a dar las gracias, a insultar, a querer, a soñar... Pero nunca nadie nos enseña a SER FELICES.

Sé que puede parecer una obviedad, pero no es algo que nadie pueda enseñarnos, desgraciadamente. Sí, pueden existir unas pautas, puede haber algún ingrediente mágico que contribuya a que la felicidad llegue a cada uno, pero la mezcla (la forma en la que tú añadas esos ingredientes para conseguir tan preciada meta) no está clara. Y no está clara porque la felicidad es algo bastante subjetivo, depende de cada uno. Depende de cómo nos hayan educado, de las cosas que para nosotros son importantes, de las personas que nos rodean y de la actitud que tengamos. 

Pasa el tiempo, y deberíamos hacernos muchas veces la pregunta fatídica. ¿He conseguido ser feliz?, ¿Lo soy?, ¿Qué me falta para serlo?. Muchas veces buscamos excusas en base a los acontecimientos que nos ocurren, el trabajo que tenemos, la carrera que hemos elegido o la gente de la que nos hemos rodeado. Pero no nos planteamos el hecho de que tenemos referentes que nos indican que podemos ser muy felices, y ésto no viene determinado por el dinero que tengamos, o lo guapos y listos que seamos, ni mucho menos por el trabajo que desempeñemos o la gente que nos rodee.

Te das cuenta, finalmente, de que la felicidad no es algo fácil de alcanzar, pero tampoco imposible, pero no puedes confundirla con momentos alegres o risueños, ya que va más allá. Y sólo la conseguirás cuando consigas echar la vista atrás y compruebes quién te ha acompañado este tiempo, a quién has necesitado, qué te ha hecho sentirte bien y qué personas han conseguido formar parte de tu día a día. Pero no echas la vista atrás para lamentarte de lo mal que te hayan podido ir las cosas, sino lo que debes cambiar de cara al futuro. 

Ahora, evidentemente, también estoy echando la vista atrás, pues me encuentro ante mi último año de carrera, un periodo que estoy compartiendo con gente impresionante, gente que me hace valorar más la profesión que algún día quiero alcanzar, gente que no volveré a ver seguramente. O quizá sí. Quizá necesite saber de ellos pues, en este periodo de tiempo, han contribuido a que sea feliz, a que me sienta bien. 

Es por ello, que cuando hago balance, me planteo si realmente podría cambiar algo de mí, de mi forma de ser o de la gente que me rodea. Pero el simple hecho de planteármelo hace que me sienta bien, que me sienta feliz por intentar buscar ese sentimiento que a todos nos debería invadir. El sentimiento de rodearte de grandes personas, de aquellas que te han enseñado mucho y que, día a día, están ahí. Es un proceso constante y, como maestro, pienso seguir aprendiendo diariamente.

Hoy, una vez más, he aprendido mucho. En honor a esas personas que me han enseñado tanto durante estos cuatro años (puesto que son los mejores educadores que conoceré nunca): El sitio de mi recreo




Un saludo amigos :D, y no sabéis la suerte que he tenido por rodearme cuatro años de personas maravillosas, y los que me quedan. Estad tranquilos, esta generación de docentes vale mucho.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Cracovia, el destino soñado

Muchas veces, los mejores viajes comienzan cuando menos los planeas, cuando menos te lo piensas y cuando crees que todo va a ser una locura, porque realmente esas locuras son las que nos hacen sentirnos vivos.

Un día, visitando un buscador de vuelos, encontramos billetes muy baratos para Cracovia. Nos pusimos a investigar, y nos quedamos maravillados con la belleza de esa ciudad polaca que, ciertamente, conocíamos poco salvo por algunas personas que habían hecho turismo por la zona. Entonces, 13 personas decidimos emprender un viaje para allá. Billetes, un hostal más o menos céntrico y el conocimiento de la palabra "piwo" (cerveza) era lo único con lo que contábamos. Bueno, no lo único, porque cuando vas con un grupo de amigos que bien podrían considerarse familia poco más hace falta. 

Si, he dicho familia, porque funcionamos como tal. Porque hemos compartido demasiadas cosas, demasiados momentos. Familia porque aprovechamos cualquier oportunidad para encontrarnos, reírnos. Familia porque desde el mismo momento en que aparecimos en Madrid dispuestos a coger el vuelo que nos llevara hasta Cracovia las sonrisas y la sensación de sentirse a gusto nos acompañó en la totalidad del viaje y eso, señores y señoras, es algo que no cambiaría por nada del mundo pues, no me importaría el destino si la única premisa fuera estar con ellos.

Pero, tras muchos años de lucha incansable, el destino era el mejor posible. Algo como esto:

Iglesia de Sta. María. Plaza del Mercado, la plaza medieval más grande de Europa.

No sé si alguna vez os ha pasado, pero yo, cuando llegué a esta ciudad, me sentí feliz por estar en un lugar diferente. Un lugar que me habría un mundo de posibilidades. Un lugar con una cultura, unas personas, un clima y un entorno diferente. Todo lo teníamos que descubrir y estaba ante nosotros. Se trataba, pues, de una auténtica aventura. Una aventura que sólo disfrutaríamos una semana, y a saber si algún día tendríamos el lujo de poder repetir.

Es por ello, que esa semana significara algo especial. Siempre había algo que hacer y a quien conocer. El hostal era inmejorable, la gente que allí se alojaba (muchísimos españoles) siempre te regalaba una sonrisa o buenas palabras. Eran personas abiertas, mochileros de Interrail, extranjeros de año sabático, había de todo. De repente, y sin llevar mucho tiempo en la ciudad, te sientes parte de ella, pues pronto vas sabiendo regalar palabras como "Na Sdrovia" (salud) o "Gin Dobrey" (buenos días/tardes), "Piwo" (cerveza, buenísimas por cierto y muy baratas) y, después por la mañana, también aprendías a decir "Woda" (agua). 

No sé si tuvimos demasiada suerte, o si la compañía hizo el resto, pero allí todo nos parecía inmejorable. Los free tour te garantizaban visitas casi a diario, y pudimos disfrutar de un total de 4 (comida polaca, Cracovia macabra, Cracovia comunista/Ghetto judío y Cracovia). Todos ellos mágicos, todos ellos con cosas por descubrir, pero si queréis mi opinión, el mejor sin duda era el del Ghetto y el barrio comunista por lo que allí se ve y, sobre todo, te cuentan. La comida, sublime, llena de buena carne y sopas de verdura exquisitas, ahora, no esperéis ver demasiado pescado ni fruta. Los menús baratísimos (llegamos a comer por 3 euros un menú completo) y la gente sensacional. En todo momento hospitalaria y atenta, de hecho, Gregor, el dueño del hostal el primer día nos sentó en una mesa para compartir vodka y, cuando por fin conseguimos acabarlo, nos llevó al supermercado y nos compró otra botella ¡Si incluso salió de fiesta con nosotros y nos dejó pintarle un mural que aún guardan en su hostal de Cracovia! (si pasáis por allí fijáos, pone "Spain is different" :D). 

Pero ya no es sólo el hecho de estar rodeado de los tuyos en una ciudad tan mágica, es que la historia que encierra, todo lo que allí ha ocurrido ayuda a engrandecer, si cabe, la historia de esta ciudad polaca para la que sólo tengo buenas palabras. 



En la primera foto, podéis observar las minas de sal de Wielicka. Es una gran mina de sal excavada a muchísima profundidad que encerraba una ciudad completa. Esta mina incluso tiene una catedral hecha con sal y lo que allí se cuenta y lo que allí se observa te deja, simplemente, maravillado. ¿Cómo el hombre ha sido capaz de crear algo así?

Pero, desgraciadamente, también puedes preguntarte eso mismo al visitar otro lugar cercano a Cracovia, el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Merece la pena visitarlo, aunque si sois sensibles preparad los pañuelos, lo que cuentan en bastante duro.

El problema de estar a gusto en un sitio es que la visita se te hace demasiado corta y, desgraciadamente, una semana se pasa enseguida.

Y yo no sé si fue por ir con esta familia de la que ya os he hablado con anterioridad en el blog, o si fue debido a que, tras Portugal e Italia, aún no había salido de nuestro país (el cual también tiene muchísimo que visitar), pero la idea de conocer otras culturas o formas de pensar hace que siempre haya sentido interés por viajar a lugares como este. Lo malo es que, después de haber comprobado que este tipo de viajes es lo que me llena, necesite pasar gran parte del resto del año ahorrando para poder, un verano más, visitar lugares como éste con la familia. Este año toca Interrail, y estoy deseando comenzarlo para poder, algún día, contaros por aquí todo lo que me depare esta nueva aventura. Hoy, no quiero enseñaros más de esta ciudad que tanto me enamoró porque quiero que podáis descubrirla vosotros como lo hicimos nosotros.


Río Vístula, Cracovia

Así que, si tenéis la oportunidad, no dudéis en visitar esta y otras ciudades porque creo que ayudan mucho a poder ponernos en el lugar del otro, a saber que en la variedad está el sentido de la vida, está el hecho de pensar que lo nuestro es único y, quizá, poder valorarlo más. 



Hasta la próxima amig@s :D y recordad:


"Nadie está a salvo de las derrotas. Pero es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños, que ser derrotado sin saber siquiera por qué se está luchando"  Paulo Coelho


(fotos propias)

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Misión 1: Ama intensamente.

En la vida, nos vamos a cruzar con multitud de personas. Unas van a pasar inadvertidas. Otras, forman parte de nuestra familia y, por ello, no podemos elegirlas. Pero hay otras personas que elegimos nosotros. Los conocemos en la escuela, en el trabajo... y tenemos la oportunidad de pasar mucho más tiempo con ellos, tenemos la oportunidad de conocerles mejor, de convertirles en personas muy importantes para nosotros.
 
¿Qué determina que una persona pase de ser uno más a alguien con quien compartirlo todo?, ¿alguien por quien luchar, a quien defender, alguien que no sea cualquiera?.
 
Yo pienso que ese paso es algo que hacemos inconscientemente. Un día, esa persona te sonreirá, o provocará tu sonrisa con cualquier comentario ingenioso. Probablemente te quedes embobado mirándola y te sientas muy a gusto a su lado. Querrás saber de ella, verla cada vez más. Sentirás la necesidad de contarle muchas cosas y te bastará con su simple mirada para encontrarte bien, encontrarte feliz. Sin darte cuenta, se ha producido un pequeño milagro. Ese milagro hace que nos enamoremos, que veamos a la otra persona como alguien con quien compartir miles de momentos, miles de lugares.
 
 
 
 
Y cuando realmente te encuentras en algún paraje de exuberante belleza junto a ella, cuando no hay nadie ni nada por lo que preocuparse ni con quien hablar, cuando sientes que no podrías estar mejor en ningún otro sitio es cuando realmente empiezas a valorar lo mucho que tienes, lo afortunado que debes sentirte y lo mucho que darías por detener el tiempo y que esas escapadas románticas constituyeran vuestra seña de identidad siempre.
 
Pero lo que más me llama la atención de todo esto es el pensar que algún día pueda acabar. Está claro que el sentirse feliz, enamorado o simplemente "pillado" por alguien no deja de ser algo, a todas luces, pasajero, puesto que muy poca gente se permite el lujo de amar a la primera persona como si de la única se tratase. La mayoría de la gente no es así. Para la mayoría, el amor es efímero, y como tal hay que vivirlo. Hay que sentir cada momento como si fuera el último y aprovechar cada caricia, cada beso, cada paseo, cada risa y cada abrazo. Porque solo entonces comprenderemos la importancia de las cosas. Esto es como el simple hecho de beber agua, ¿Cuándo valoramos su sabor, o su importancia? Cuando la necesitamos, cuando llevamos mucho sin probarla, cuando pensamos que va a ser el último sorbo en mucho tiempo. Con el amor pasa igual. Valoramos lo que tenemos cuando lo necesitamos, cuando llevamos mucho tiempo buscando a esa persona, o viéndola en la distancia y, sobre todo, cuando nos imaginamos que ese encuentro va a ser el último. Podemos perder el tiempo y no valoraremos lo que tenemos entre manos, pero el simple hecho de disfrutarlo como si fuera el último momento compartido hará que siempre recordemos que eso que nos une va a ser lo mejor posible pues lo hemos vivido intensamente.
 
Solo con ese sentimiento, solo con esa intensidad, aprenderemos a valorar lo que tenemos, aprenderemos a quererlo para nosotros y a buscarlo constantemente. Solo con los besos más húmedos y sentidos que puedas darle conseguirás que comprenda lo mucho que vale para ti, y comprenderá la estupidez que sería dejarte marchar si algún día las cosas se torcieran. Y, si por lo que sea se tuercen, no me gustaría tener que pensar en aquello que dejé escapar por no haberlo vivido intensamente, por no haber entendido esta premisa tan importante.
 
Este fin de semana he estado en Candelario, un pueblecito de la provincia de Salamanca, precioso donde los haya. Y he tenido la suerte de poder compartirlo con esa persona que, después de tantos años, ahí sigue. He pensado en todo esto, y me he dado cuenta de que viviendo cada segundo intensamente es como he conseguido llegar adonde estoy, a su lado. No sé que nos puede deparar el futuro, o el hecho de finalizar la carrera. Pero quiero pensar que seguiremos tratando cada momento con la importancia que merece, como si fuera el último. Y, gracias a ello, conseguiremos entender que no sería una buena opción dejar marchar a alguien para quien el resto del mundo importa poco, a alguien que se aleja de todo un fin de semana para compartir contigo sus risas, abrazos y besos. Será que estaremos demasiado locos o, quien sabe, quizá muy enamorados.
 

Hasta la próxima amigos :D, y tened en cuenta que el tener a alguien especial no se resume en una pareja. Gente especial hay mil, así que ponerlo en práctica cuanto antes, porque todos nos merecemos como mínimo una sonrisa diaria. Aprovechad la vida como si cada día fuera el último, pues siempre hay cosas y personas por las que sonreír.
 
 
 
(Fotos propias)
 
 

martes, 25 de noviembre de 2014

El tren del olvido

Como muchos sabréis, soy de un pueblecito de la provincia de Salamanca muy cercano a Portugal. Un pueblecito enmarcado en una zona de gran riqueza cultural y paisajística como es Las Arribes del Duero. Podría decirse, para los que la conocemos, que esta zona es mágica. ¿Por qué?. Porque parece que por ella no pasa el tiempo. Todo es igual, monótono, bello, lento, sosegado. Y, si bien es cierto que muchas veces se añora esta quietud, esa sensación de que el tiempo no debe pasar, es triste observar como los pueblos de la zona se van vaciando, perdiendo su identidad y su pasado. 

Los que, con suerte, retornamos de vez en cuando, lo hacemos con la esperanza de que ojalá algo mejorara por estos lares. Quizá la culpa sea nuestra, de todas esas personas que un día marcharon con la esperanza de encontrar un futuro mejor y hoy en día no vuelven ya no sólo porque no puedan sino porque ni siquiera quieren. "¿Qué nos espera en un pueblo?" se preguntarán muchos de ellos. "No hay futuro, ni trabajo". Puede que no, pero tampoco parecemos quererlo. Y mientras tanto, parecemos ajenos a esta muerte lenta e inexorable. 

Pero, a veces, sólo unas pocas y muy de vez en cuando, pensamos en lo mucho que debemos a estos pueblos que hoy en día son un recuerdo de aquello que en otra época consiguieron ser. Piensas en qué mal repartidas están la riqueza, las infraestructuras, y las oportunidades en este país. Piensas por qué una zona tan valiosa e importante no deja de ser un erial en medio de paisajes de singular belleza. Piensas en por qué se dejan pasar tantos trenes de parte de las administraciones dejando estas comarcas a merced de su suerte, la cual parece serles esquiva.


 

Hubo una época, sin embargo, que hace tiempo sí que tuvo una suerte inmensa. Contó con tren. Este nuevo medio de transporte era la revolución de la época. Este caballo de raíles como mucho lo llamaban era y es progreso, avance, modernidad. Qué lógico resulta imaginar que los pueblos de la zona recibieran este nuevo tren como algo que les hiciera progresar, resurgir quizá. Esta línea de tren de la que hablamos constituirá una de las principales obras de ingeniería del siglo XIX pues en apenas 17km. encontramos 20 túneles y 13 puentes, un desnivel de más de 300 metros y unas pendientes que permitían ascender desde el llano territorio portugués hasta la elevada meseta charra pasando por estos abruptos paisajes.

Mirad esa misma línea el otro día:



Para los que la conocemos, supone una auténtica pena y vergüenza que estos parajes de insólita belleza encuentren una via en semejante estado. Una vía cerrada a cal y canto en el año 1985 porque no tenía rentabilidad económica, y está claro que si eso no compensa las cosas dejan de merecer la pena. ¡Qué triste dejar perder tanto esfuerzo, tanta obra de arte, porque deje de dar dinero!. Hoy en día pasear por estas vías ayuda a retrotraerse al siglo pasado. A la lentitud de los trenes que surcaban este imponente paisaje, a deleitarse con el acompasado caminar de un tren camino a Oporto o a maravillarse con los olivos, tomillares o jarales que nos acompañan. 

Y, a pesar de la escasa importancia que las administraciones dan a esta zona, han sabido valorar la belleza de este entorno, de esta vía que hoy me acompaña, para declararla Bien de Interés Cultural en el año 2000. ¿Para qué?, ¿han invertido algo?, ¿han  mejorado la vía?, ¿va a haber algún tipo de tren turístico o de otro tipo que ayude a que esta comarca tan olvidada inmerecidamente despegue?. NO. No se ha hecho nada ni se va a hacer porque no da votos, no hay gente.

Triste pero cierto. Y mientras, el camino cada vez se haría menos visible de no ser por una asociación de frontera (Tod@vía) que lucha por recuperar con fines turísticos esta importante obra de ingeniería. Esta asociación se reúne para limpiar la vía, reponer tablas de los puentes... algo que otras muchas personas no hacen. Algo que escapa a quien manda y que le debería causar estupor y pena. Dejar perder de esta manera nuestro patrimonio es absurdo y, cuanto menos, cuestionable. 

Quiero pensar que yo, que nunca pude transitar por un tren en estas vías, tenga la oportunidad algún día de observar mis queridas Arribes desde un tren y pueda vislumbrar un mejor futuro para esa zona que me llevaré conmigo allá donde vaya.


Hasta la próxima amigos :D



Firma la petición para la rehabilitación de esta línea férrea:
https://www.change.org/p/junta-de-castilla-y-le%C3%B3n-queremos-la-rehabilitaci%C3%B3n-de-la-l%C3%ADnea-de-ferrocarril-la-fuente-de-san-esteban-la-fregeneda-barca-d-alva-bien-de-inter%C3%A9s-cultural-y-elemento-destacado-de-nuestro-patrimonio-industrial-para-su-aprovechamiento-con-fines-tur%C3%ADsti/share?just_signed=true

jueves, 13 de noviembre de 2014

Personas

Un día, te sientas en un banco y comienzas a observar. A tu derecha, una hombre de avanzada edad. Se detiene junto a ti, buscando atraer tu atención con algún tema de conversación, da igual cual. Solo quiere entretenerse, contarte sus anécotas y batallitas. Apoya sus manos en un bastón de madera bastante antiguo. Ese bastón es su mayor apoyo, como bien me dice. ¡Qué triste! Su familia apenas le tiene en cuenta. Prefieren dedicar su tiempo a mejores menesteres, a saber: viajar, divertirse o incluso cenar con sus amigos.

Enfrente, me encuentro con un matrimonio joven en la terraza de un bar. Se miran, se sonríen y se besan. Se les ve bastante felices, parecen hacer buena pareja. Son jóvenes y apasionados, quieren comerse el mundo y, por qué no, también comerse entre sí, a besos claro. Una ligera tos los hace despertar de esa situación de embelesamiento para fijarse en el camarero, que lleva un rato esperando para atenderles entre tanto arrumaco de la pareja. ¡Qué envidia me dan, yo también quiero tener aquí a esa personita tan especial!

Tras este camarero, puedo observar a otra pareja. Casualmente ellos también estaban mirando a aquellos jóvenes que se regalan tantos besos y caricias. Aquellos para los que la vida poco importa. Se miran, pero no se sonríen. Se lamentan por el tiempo perdido, esfumado digamos. Hoy en día no tienen tiempo para esas cosas, pues sus hijos absorven la mayoría de su tiempo. Esos tres niños que han engendrado parecen no descansar nunca. Les agobian, marean, no se callan. Gritan y gritan. Ellos han elegido ese camino, pero hoy, al mirar a aquellos dos jóvenes, han querido por un momento retrotraerse a ese momento de noviazgo, de idilio y ensoñación. Pero quizá tienen algo que los otros también ansían, una familia.
 
Tras este matrimonio deambula una persona pidiendo dinero. ¿Para qué dárselo? Fijo que se lo gasta en vino pienso. Él muestra un rostro pálido y alicaido. Va de lado a lado increpando a toda la gente con la que se encuentra afirmando que lo necesita para sus hijos, que tiene una situación económica muy mala. Unos desconfían de él y otros le dan unas cuantas monedas, que le hacen confiar un poco en la sociedad. Solo un poco.
 
A mi izquierda, una mujer en un puesto de castañas. Ahora que llega el frío estos puestos crecen como setas en las ciudades españolas. Y es que, ¿qué mejor que unas castañitas asadas?. Veo como una señora de avanzada edad se compra unas cuantas y se aleja, parsimoniosa pero firme, por la calle abajo. Más personas siguen este ritual. Cada una lleva un camino diferente, proviene de un sitio y va a otro. Todos forman parte de este pequeño "ecosistema" que constituye este momento y este lugar.
 
Mirad, en la vida nos cruzamos con gente a diario. Unos van, otros vienen. Unos tienen unas preocupaciones y otros otras. Gente ajetreada por llegar a tiempo a clase, otros sin ninguna prisa. Con sueño, sonrisas... Distintas caras, distintas expresiones... Hay una variedad alucinante en nuestras calles, en nuestro entorno.
 
Pocas veces nos detenemos a pensar en esto. Pocas veces se produce el milagro en el que piensas en los posibles problemas de los demás, en sus virtudes, en lo que sienten, aman o pueden llegar a padecer. ¿Y si hacemos el mundo un lugar mejor y nos preocupamos un poco más en los demás?, ¿y si nos molestamos en hablar con ese anciano que se ve tan apagado y aburrido?, ¿y si intentamos propiciarle a nuestra pareja la misma felicidad que aquellos de la terraza se procuraban?, ¿y si damos una limosna a ese mendigo confiando en que realmente la necesita?. No sé, hoy me ha dado por pensar en las personas que me rodean. Quién sabe, a lo mejor para ellos soy el tío solitario del banco.
 
 
 
 
 
Hasta la próxima amigos :D

martes, 4 de noviembre de 2014

Partidos de fútbol infantiles: una batalla campal

¿Nunca os habéis parado a contemplar un partido de fútbol de niños pequeños? Aquello parece la Tercera Guerra Mundial. Padres histéricos que se meten con el árbitro, madres preocupadas por si su hijo se hace una herida en un golpe con otro por intentar coger el balón, niños frustrados porque sus padres le han transmitido la idea de que lo único que vale es ganar y, si para ello hay que pisotear al rival o enemistarse con él, lo hagan. También hay padres que quieren que sus hijos sean los que destaquen cueste lo que cueste. Si, si, destaquen, aunque su hijo sea malísimo y lo único que busque en el deporte a su edad sea un medio de socialización, de diversión y de compañerismo. 

Sin embargo, los partidos de hoy en día están algo "viciados". Viciados porque siempre hay vencedores y vencidos. Viciados porque estos vencidos se sienten defraudados con el resultado porque lo único valorado es que alguien gane, que alguien se sobreponga a los demás. Cierto que nuestra naturaleza humana tiene algo de ello: de supervivencia, de enfrentamiento... Pero también de diversión, de ayuda, de respeto o de apoyo. Parecemos valorar únicamente los resultados y no el proceso, la implicación o la participación de nuestros alumnos o hijos. 

Sin darnos cuenta, terminamos por hacerles demasiado competitivos. Si un padre o entrenador se centra en la importancia de la victoria, del jugar bien... el niño sólo se preocupará por centrar sus esfuerzos en ganar, sea como sea y cueste lo que cueste. Si un niño observa a su padre en la grada enfurecido por sus pésimos pases, o porque no se juega el tiro, o porque el entrenador no saca a su hijo, o simplemente porque está volcando en ese partido todo lo malo que le acontece como si ese rato constituyera su "terapia semanal", lo que está comprobando es que tiene dos opciones al ir al campo de juego: o hacerlo bien, o defraudar a su padre/entrenador. ¿Es o no es triste?

Ayer me llegó un vídeo como este. Observadlo por favor:



¿Qué veis?, ¿No os produce gracia, ternura, alegría y un sentimiento de admiración increíble?. A mí desde luego sí. Admiración por su buen juego no creo, a la vista de lo que el vídeo narra. Admiración por sus resultados tampoco. Y sin embargo, los padres y el entrenador de estos chicos se sienten orgullosos. Orgullosos porque juegan felices, respetan al contrario y confían en los demás, se apoyan unos a otros. Son un equipo realmente malo, el peor que podamos haber visto, pero si valorarámos otras cosas que solemos obviar descubriremos que quedar primeros o últimos en la liga es una cosa bastante tonta, bastante carente de importancia a estas edades. Lo que realmente hemos de buscar es que el niño juegue y se divierta feliz. Que corra, anime a sus compañeros, que se sienta querido, que su padre se enorgullezca de cada pequeño paso que va dando. 

Realmente la felicidad de este equipo puede contagiar a cualquiera. Podemos reír como ellos al reconocer que aquello de ver un gol marcado por el equipo es un milagro. Podemos comprobar cómo no pierden la ilusión porque algún día marquen y se sientan, si cabe, más orgullosos de lo que hacen, de lo que van logrando día a día.

Estos pequeños niños de 6 años son MUY GRANDES. Un reflejo de lo que todo equipo de fútbol debería ser. Un grupo de gente que sueña, ríe y se abraza. Porque ya tendrán tiempo de marcar goles. Hoy tienen 6 años y se preocupan de ser felices y disfrutar en cada encuentro.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Érase una vez: el ébola

"Cuenta la leyenda, que una vez, en África, un gran número de personas (millares de ellas), sufrieron una gran enfermedad llamada "ébola". Este virus conseguía matar a mucha gente. Gente que vivía muy mal. Que apenas tenía para comer, para curarse o para vestirse. Gente que, en muchos casos, convivía con otros 12 ó 13 de su familia en el hogar y que recorrían muchos kilómetros para, como vosotros, venir a clase. Gente que hacía sus necesidades en la calle y probablemente, por estas y otras muchas causas, se contagió de esta enfermedad. Un día, ese virus llegó a nuestro país..." 

Así, como si de un cuento se tratase, quizá el día de mañana me toque hablar del ébola a mis alumnos en el aula. Seguramente, al llegar a la parte de la historia en la que les contara que el ébola se originó hace más de 30 años y que hasta ahora en que ha "tocado el mundo occidental" apenas se ha hecho nada por erradicarlo, muchos de mis alumnos se asombrarían y se preguntarían aquello de... ¿pero no decíais que todos éramos iguales? o ¿por qué vive tan mal esta gente?.

Ciertamente no sabría que responder. Y es que, a muchos de nosotros se nos llena la boca apoyando a todas esas personas de África que tan mal lo pasan, ya no sólo a causa del ébola sino de otras muchas enfermedades o dificultades que se les presentan diariamente. Y es cierto, nosotros no somos sus salvadores o esas personas que deban ayudarles a superar sus dificultades, puesto que ellos también tienen gobernantes y, si se repartieran mejor, quizá recursos propios. Pero lo que tampoco podemos hacer es regodearnos por apadrinar alguno de esos africanos que tan mal lo pasan y tan desgraciaditos son y pensar que ahí acaba nuestra labor. Tampoco podemos obviar que la situación de partida que todas esas naciones africanas tenían era claramente pésima después de años de colonización y represión.

Hoy en día, en África se viven situaciones de todo tipo. Hay epidemias, guerras, dictaduras... Y nosotros, que nos consideramos civilizados y democráticos, creemos que debemos ayudar a mejorar dichas situaciones. Pero no seamos hipócritas, ¿cuándo lo hacemos?. CUANDO NOS AFECTA O CONVIENE. Sí, cuando nos afecta, como con el caso del ébola en el que hemos visto amenazada nuestra situación de mundo desarrollado, sano y con una sanidad envidiable. Cuando nos conviene, si, para sacar provecho, materias primas o beneficio económico. NUNCA en los telediarios se oyen noticias del tipo "Angola acogerá la próxima reunión de la cumbre del G8 que aprobará medidas para paliar los desequilibrios económicos mundiales", "Marruecos, epicentro de la economía mundial" o "Todos los países de la UE perdonan su deuda a los estados africanos". NO. Lo que se ve más bien es "Angola, al borde de otra guerra", "Marruecos, epicentro de subsaharianos que quieren cruzar la frontera española jugándose la vida" o "Los países de la UE acuerdan donar el 0,3% de sus recursos para los estados africanos", y después es cuando te enteras de que ese propósito no se cumple y que además siguen pagando una deuda que ciertamente no han generado ellos, sino sus excolonias. Sé que todo esto es demagógico, pero será que se me está pegando algo de los políticos de mi país.

Y cuando crees que no pueden sorprenderte más, llega el caso de Teresa Romero, la primera infectada por ébola dentro de nuestro país. El tema de esta enfermera ha generado mucha polémica. Ha tenido defensores, detractores... incluso gente que ha insinuado que tampoco hacía falta un máster para saber quitarse o poner el traje de protección (traje de protección por llamarlo de alguna manera, he visto lonas de circo mejores y trajes con mejor pinta como los alemanes o estadounidenses). Desde aquí quiero felicitarla por su curación y por su muy bien hecho trabajo, puesto que, de ser verdad lo que se dice de ella y aún sin creérmelo, un fallo lo tiene cualquiera. Pero el problema radica en que la opinión pública se ha posicionado mucho a favor de la muerte de su perro, Excalibur. Soy de los que opinan que acabar con la vida de un perro sin síntomas es una estupidez, pudiendo haber sido aislado y controlado, pero esa no es una decisión que esté en mi mano. Lo que me avergüenza es comprobar todo lo que se ha montado en relación a este tema mientras en África la gente sigue muriendo por esta enfermedad. Es decir, nos manifestamos por la vida de un animal mientras en África ya han muerto más de 4.000 personas, ¿alguien ha dicho algo de esto?. No interesa. Y ahora, con la curación de la única infectada en nuestro país, volveremos a dejarnos de preocupar por la enfermedad hasta la próxima. 

Sé que hablar es muy fácil. Quejarse como lo estoy haciendo ahora es un acto sencillo, es escribir y plasmar unas ideas que tengo. Si me preguntaran que haría para solucionarlo probablemente no tendría ni la respuesta ni exigiría tampoco que mi Estado gaste dinero que no tiene en controlar la epidemia. Lo que me preocupa es que nadie haga nada al respecto ni lo hará, porque parece que no nos incumbe. Pero después, cuando se da un caso en tu capital, a la puerta de tu casa, ya nos preocupamos, y ya vienen las prisas. Sólo digo que hasta cuando durarán.

Mucho van a tener que cambiar las cosas para que el día de mañana me toque contarles a mis alumnos esta historia con un final diferente, pero la fe es lo último que se pierde. Confiemos.

Es fácil hablar de igualdad cuando las desigualdades las sufren otros.



Hasta la próxima amigos :D

sábado, 18 de octubre de 2014

Recuerdos de Verano

El verano. ¡Qué voy a contaros que no sepáis acerca de él!. No estrés, no prisas, no agobios, no preocupaciones... Bueno sí, pero sólo una. Pasarlo bien, disfrutar, relajarnos y rodearnos de las personas que más queremos y necesitamos.
En verano da un poco igual donde estés, adónde viajes. Ya sea el pueblo, la ciudad, otro país o la playa, la única premisa es sentirte a gusto, sentirte feliz. 



Cuando de repente vuelves a la rutina te invade una sensación de pena increíble. Añoras esas noches tumbado en el césped de tu pueblo junto con tus amigos, hablando de la vida mientras miras las estrellas y escuchas el recorrer del embravecido Águeda surcando las arribes del Duero. Echas en falta a tus amigos haciendo competiciones y gymkanas por una casa perdida de la mano de Dios en la cual cualquier minuto significaban miles de recuerdos, miles de historias. Comienzas a pensar en lo bien que estabas en Cracovia, haciendo de las tuyas con un par de cervezas en una cocina cochambrosa de un hostal rodeado de los tuyos o en lo que darías por volver a la Barceloneta y sonreír a esa chica que significa tanto para ti. 




Sin embargo, sería injusto pretender que toda nuestra vida girara en torno a esta época dorada, el verano. Si esta sensación durara toda la vida quizá seríamos más felices, quien sabe. Pero quizá también nos cansaríamos de repetir las mismas situaciones diariamente. Quizá dejáramos de valorar estos pequeños momentos con los nuestros y comenzáramos a dejar de darle importancia a todo por lo que ahora contamos los días para que llegue. Parece que el verano es el momento en el que somos realmente nosotros, luego... ¿por qué no vivir ese verano cada día del año?. ¿Por qué no aprovechar una clase, una escapada de fin de semana, una quedada o una reunión con amigos o familiares para aprender a valorar que todo en esta vida tiene una parte positiva que parecemos tratar de disimular buscando la felicidad en esos momentos que, ciertamente, son pocos a lo largo del año?

Si nos parásemos a pensar en lo absurdo que es contar los días para el verano, las fiestas de nuestro pueblo o el fin de semana nos daríamos cuenta de que hemos desperdiciado la mayoría de nuestra vida añorando momentos que van a transcurrir muy rápidamente y que hemos dejado de lado otros que nos parecían aburridos o que ni siquiera hemos querido descubrir. 

Sí, no os voy a negar que no me gustaría volver a todo aquello que os he comentado anteriormente. Pero tampoco creo que por ello tenga que dejar de lado todo aquello por lo que día a día puedo dar gracias. Por todo aquello a lo que ponemos buena cara aunque sea lunes por la mañana y no tengamos ni ganas ni vitalidad para afrontar. Son esos momentos en los que una persona se pone el mundo por montera y comienza a vivir realmente la vida. Sabe que no todo tiene porque resumirse en o vacaciones o hastío. Que en cualquier momento puede esperarle algo bueno, algo maravilloso.

Aún así, si algún día tenemos uno de esos días de hastío, siempre podremos recordar lo felices que hemos sido estos tres meses que han pasado de verano. Siempre me gusta afirmar que cada verano es el mejor de mi vida. Será que sigo teniendo a mi lado gente increíble y que ellos me ayudan a vivirlo de la manera más especial e intensa posible. Espero que todos vosotros hayáis tenido esta misma sensación que en días como hoy tengo. Esa sensación me dice que soy afortunado, que he vuelto a vivir el mejor verano de mi vida, con las mejores personas que podría tener. Pero la mejor sensación que deseo para mí y todos vosotros, es sentir que hoy 18 de Octubre, y todos los demás días, vuelven a ser verano.




Hasta la próxima amigos :D


domingo, 23 de marzo de 2014

Adolfo Suárez: el ejemplo de cómo deberían ser los políticos en España

Adolfo Suárez González nació en Cebreros, un pueblecito de la provincia de Ávila, el 25 de septiembre de 1932. Vivía en la capital abulense y de él se dice que era un mal estudiante, que se preocupaba más de las mujeres y las juergas que de aprender, leer y sacar buenas notas. Estudió Derecho en Salamanca y, tras muchos avatares del destino (fue director de RTVE, formó parte del Gobierno de Arias Navarro...) llegó a presidente del Gobierno en un contexto, el de la Transición, bastante complicado.

Era una persona que tenía carisma. Se supo ganar a la sociedad española en un momento difícil donde nadie sabía exactamente "hacia dónde tirar". Se gano la simpatía de todo un país que le veía como el líder que necesitaban, el líder que les sacaría de una dictadura y les encaminaría a la democracia. 

Hoy, tras 81 años de vida, nos ha dejado. Toda España llora su muerte y se suceden las condolencias de toda la sociedad y de toda la clase política española. Una clase política que le ve como un ejemplo a imitar. No se dan cuenta de que, si realmente quisieran imitarle, deberían ser mucho más humildes, mucho más humanos, preocuparse menos por el dinero y más por las personas... Pero está claro que pocas personas han nacido para ser como el gran Adolfo Suárez.

Hoy quiero sumarme a estas personas que quieren despedir al primer presidente de la democracia española. Yo no le conocí. Tampoco había nacido cuando él gobernó. Únicamente he oído, a lo largo de toda mi vida, a multitud de gente hablando muy bien de él. Gente anónima, que se basó en sus hechos para juzgarle. Gente que cree que, con mayor o menor acierto, vivió por y para su país. Probablemente su sueño era un futuro mejor, y está claro que lo ha conseguido. Desde aquí mi más sincero agradecimiento. 


"El futuro del pueblo no está escrito, porque solo puede escribirlo el pueblo"
"Hay algo que ni siquiera Dios pudo negar a los hombres: la libertad"
"La vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes, elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por ti" Adolfo Suárez González


Hasta la próxima amigos :D

sábado, 22 de marzo de 2014

Y tú, ¿de dónde eres?



Probablemente a todos nos hayan hecho esta pregunta. Si tenéis pueblo, es más típico aún el... ¿y tú, de quién eres? :D. Pues bueno, la semana pasada fui a la Sierra de Francia. Para los que no la conozcáis, es un paraíso situado en la zona sur de la provincia de Salamanca. Un lugar donde relajarse, donde disfrutar, donde observar la maravillosidad del paisaje y donde deleitarse con las vistas de un territorio que se extiende más allá de lo que tus ojos alcanzan. Pinos, robles centenarios, castaños... te acompañan en tu camino y sabes que por fin tienes un momento para pensar en tí, en tus cosas.


En medio de ese paseo, entre esas vistas, tienes una oportunidad increíble para dejar de lado todo aquello que inunda tu día a día. Las clases, el trabajo, los problemas... pierden importancia en favor de lo que te rodea, de los que te rodean. Sientes que estás en el paraíso, porque hacía mucho que no volvías a tus orígenes, a lo que eres. Y yo, la semana pasada, me volví a sentir serrano, y me vino a la mente todo esto. ¿Por qué mostramos un cariño especial al sitio del que provenimos?, ¿Por qué me sentía como en casa rodeado de estos paisajes o volviendo a dormir en la casa que vio nacer a mis abuelos?. 


                                      


Y es que realmente no sé qué tiene de especial un lugar u otro para que lo catalogues como "tu hogar". Ese hogar no es otra cosa que un trozo de tierra, más o menos bonito, más o menos verde, con mar o sin él, con árboles o desprovistos de ellos. Pero no deja de ser ese sitio que te ha visto nacer y crecer. Un sitio lleno de recuerdos, de muy buenos recuerdos. Es por ello que a todos se nos pone esa sonrisa bobalicona cuando llegamos al pueblo y decimos sentirnos mejor que nunca. Porque se nos llena la boca afirmando que en un futuro envejeceremos allí, con nuestro huerto, y rodeado de todos esos recuerdos que han conformado nuestra vida. Espero y deseo que la mejor vida posible.

                                        

                                                         


¿Le guardamos recuerdo a nuestra tierra por cómo es o por los recuerdos que encierra?, ¿no tendríamos el mismo cariño a un pueblo de la vasta llanura castellana que a uno de la bella costa asturiana?. No quiero responder a esto, solo busco que valoréis vuestro lugar de origen. Sentíos orgullosos del lugar que os vio nacer y crecer, de las personas que compartieron ese lugar con vosotros, que os ayudaron a descubrir palmo a palmo esa tierra, esos lugares. Porque no creo que haya un sentimiento mejor que el que despierta esta vuelta a tus raíces.

Verdaderamente os digo que pocas veces me he sentido serrano. Era el pueblo de mis abuelos sí, veraneaba allí muy a menudo pero el simple hecho de volver te hace recordar esas tardes yendo a la piscina natural, esas mediodías en la terraza, al sol. Ese olor a jara y esas noches de refresco con tu familia. 

Muchas veces peco de salmantinismo, la gente que me conoce lo sabe. Pero me gusta pensar que soy muy afortunado porque quiero a mi tierra. Puede sonar absurdo, pero el simple hecho de amar la Sierra de Francia, Salamanca o Las Arribes del Águeda solo es un reflejo de que esos lugares son los que considero "mi hogar". Lugares poblados por las personas que han marcado mi pasado, presente y futuro. Y sé que no me importa lo que me depare el destino. Siempre que regrese a cualquiera de estos sitios me seguirá invadiendo esa idea, ese sentimiento de volver a mi hogar. Y verdaderamente pensaré que no estaría mejor en ningún otro sitio del mundo.







 Hasta la próxima amigos :D




(Fotos propias)

miércoles, 19 de marzo de 2014

La naranja entera

Llevo ya un tiempo sin escribir, y notaba que me faltaba algo. Ya no sé si me leéis o simplemente escribo para mí, pero es entretenido. 

La cosa es que hoy me ha dado por pensar en lo tontos que nos volvemos cuando nos enamoramos. Es como si todo a nuestro alrededor se volviera maravilloso, como si las desgracias que nos rodean fueran ajenas a nosotros. ¿Y por qué? Porque tenemos a esa persona. A alguien que nos comprende, que nos escucha, que comparte nuestras alegrías y penas. Nos encontramos en un estado perfecto porque parece que, al lado de esa persona, no nos puede pasar nada malo.  Me hace tanta gracia observarnos regalando a nuestras parejas tantos "gordi", "cariñito", "amormi"... ¿a qué jugamos? Verdaderamente no nos vemos, pero estoy seguro de que, si lo hiciéramos, nos sentiríamos ridículos. Pero no nos sentimos así. Inconscientemente llega un día en el que te sale decirle cariño. Ese cariño que tanto has odiado oír toda tu vida ahora está saliendo de tu boca, y lo peor es que te encanta. Te vuelves un tío blando y comienzas a regalarle los oídos, a invitarla a cenar, a querer saber de ella constantemente... Y parece que tu vida, que todo lo que te rodea, pierde el sentido si ella no está.

Y es aquí donde quiero entrar hoy. ¿Qué pasa si todo esto se acaba? Si de repente un día alguno de los dos siente que ya no merece la pena, ¿qué hacemos? Sé de mucha gente que llora amargamente. Cada vez que vuelve a coincidir con su amado/a es como si el mundo se desvaneciera. Cuando pasa por su parque, el banco que tantos besos les vio darse... sufre una gran congoja. Pero, ¿realmente es para tanto? Yo creo que no. Yo creo que nos empeñamos tanto en querer hacernos mayores, en conocer a su familia, en que nos hagan felices las 24 horas del día, en no dar nuestro brazo a torcer... que acabamos por romper con todo y con todos. Luego, generalmente, vienen los arrepentimientos y los y si: y si la hubiera tratado mejor, y si no hubiera hecho/dicho esto... Pero igual ya es tarde.

La cosa es que nos empeñamos en buscar la media naranja que nos complemente, pero no nos damos cuenta que eso es algo accesorio. Somos cada uno de nosotros los que formamos la naranja entera. Somos nosotros los que no necesitamos a otra persona para ser felices. 

Pensemos, ¿qué es una pareja sino alguien que nos hace felices?, ¿Alguien que comparte con nosotros muchos momentos y lugares?, ¿Acaso no es alguien especial?. Sí, una pareja es todo eso. Pero el simple hecho de basar nuestra felicidad a su alrededor es un grave error, pues entonces nunca nos enfrentaremos a nuestra propia realidad. 

Lo que intento decir es que no me considero más feliz por estar a su lado, pues siempre me he considerado feliz. Lo que nunca consentiría, y mucha gente a mi alrededor lo hace, es que esa persona me haga cambiar, pues he aprendido a ser feliz como soy, con o sin ella :D. 



Hasta la próxima amigos :D


jueves, 13 de febrero de 2014

Sobre las listas de cosas que hacer antes de morirse

Hace tiempo que no escribo por estos lares, pero hoy me ha apetecido. Me he puesto a rellenar mi lista de cosas que hacer antes de morirme. Cierto es que ya la tenía bastante abandonada, pero siempre la tengo en mente porque lo que empezó como una bobada, como una coña de adolescentes, se ha convertido en una casi rutina. Una rutina de la que me siento muy orgulloso, pues en esa lista no hay más que proyectos irrealizables, locuras, cosas que en mi vida me imaginaré haciendo, pero que ojalá ocurran. Muchas de ellas también se contradicen entre sí, muchas las debí haber cumplido hace tiempo y otras, quizá, llegado el momento tampoco quiera tachar. 

Y es que, a lo mejor para mí hacer el Interrail es algo que siento que necesito. Algo por lo que conocer otras culturas, otras formas de pensar. Quizá alquilarme una caravana para viajar con mis amigos me llene mucho más que irme a Gandía de vacaciones y por ello sea algo que quiera hacer antes de morirme. También quiero tener un oso panda de mascota, y si bien es cierto que es materialmente imposible, la simple idea de imaginármelo sentado en mi sofá comiendo bambú me hace tanta gracia que me impulsa a incluirlo en mi lista. Son tantas y tantas cosas las que siento que tengo que cumplir en mi vida que de alguna manera habrá que ordenarlas, ¿no? Son vivencias que necesitas, son situaciones futuras que esperas encontrarte, personas, lugares, cosas... que vayan a transmitirte otro enfoque.

Y realmente siento que tengo que luchar por ello. No vais a encontrar en mi lista hacerme multimillonario ni tener un harén de mujeres de los 5 continentes. Mis vicios son sencillos: viajes, momentos, lugares, personas... Y en esa lista que os comento están plasmados. Porque... ¿quién me va a decir a mí que son bobadas lo que quiero hacer?, ¿Quién va a osar cortarme las alas insinuando que nunca voy a ganar lo suficiente para viajar tanto o que nunca voy a ser lo suficientemente afortunado como para tener un ático con terraza y vistas a las catedrales de Salamanca?

 Realmente las cortapisas nos la ponemos nosotros.  Porque lo que a otro le parece una bobada, para tí es un sueño. Lo que para el de al lado es una estupidez, son tus ilusiones. Y yo quiero animaros a que os hagáis con un papel y un bolígrafo y comencéis vuestra lista de cosas que hacer antes de morir. Dejar volar vuestra imaginación, ¿queréis ir a Moscú como yo? Incluirlo; ¿tal vez darte un beso apasionado bajo la lluvia en algún momento de tu vida con tu pareja?, ¿Qué me decís del puenting?, ¿De mantener eso de comer en familia los domingos de por vida?, ¿Dedicar una canción por la radio quizás?. 

En definitiva, bobadas que probablemente nadie comparta contigo. Pero la vida también es eso, ¿no? Un poco de locura, de imaginación, de confianza en uno mismo. Estoy harto de que se tome todo demasiado en serio, de que la gente discuta y de que siempre esté todo tan organizado. Estoy harto de ver y oír cosas malas, de que la gente se aflija constantemente por su desdicha y de que los que más tienen sean los que menos compartan. Yo busco otras cosas y, si bien es cierto que nos dejamos llevar por esta sociedad podrida, debemos sobreponernos a todo esto y luchar por ser felices. Parece algo fácil, pero no lo es amigos. Cada vez está más difícil. 

Yo ya os he dado mi recomendación, mientras tanto, seguiré tachando cosas de mi lista.

Hasta la próxima amigos :D


viernes, 17 de enero de 2014

"Esa mecha burgalesa"

Hace apenas una semana, la noticia de unas revueltas en la vecina Burgos salpicaban todas las ediciones de periódicos, telediarios... de ámbito nacional e internacional. ¿El motivo? Unas obras de remodelación. Una calle, aparentemente sesentera y bastante anticuada de la capital del Arlanzón, iba a ser reformada. Se iba a convertir en un bulevar con amplias aceras, carril bici... La pega era disminuir un carril por sentido y muchos aparcamientos que, dicho por otra parte, en ninguna ciudad sobran. 

Ciertamente, y así contado, esta noticia causa estupor. ¿Por qué oponerse a algo tan positivo para la urbe burgalesa?, ¿Por qué no querer algo que mejora la calidad de vida de los vecinos?. Quizá pueda afirmar que los vecinos parecen estar en contra, en virtud de la cantidad de las manifestaciones que por Gamonal se han sucedido, pero podría parecer algo tonto puesto que, ¿y todos los que se han quedado en casa? También puede ser que la gente esté demasiado acostumbrada a usar su coche y, el hecho de dar prioridad a peatones y bicicletas en una de las calles más concurridas de Burgos...

La cosa es que se ha montado una gresca impresionante entre Ayuntamiento, Asociación de Vecinos, burgaleses... Todo esto ha llegado al oído de todos los españoles. En muchas ciudades se han desarrollado manifestaciones en apoyo a estos vecinos de Gamonal que defendían su calle. Una calle sesentera, sí. Pero la que ellos quieren. Quieren una calle donde poder aparcar y no tener que dejar el coche en un parking que les iba a costar una millonada. Quieren que los millones de euros de esa reforma se destinen a no cerrar plantas de su nuevo hospital, o guarderías municipales... O, cosa lógica también, que su ayuntamiento no se endeude más todavía.

No sé qué tendrán estas revueltas, ni si se podían haber evitado (seguramente), pero sé que hoy en día esa gente tiene todo el reconocimiento de la sociedad española. Pues han dicho basta. Y al final... pasa lo que pasa:

Imagen de Twitter

En mi humilde opinión, y si fuera político, escucharía un poco más a mis ciudadanos. Iría a mi puesto de trabajo en autobús urbano, como la inmensa mayoría. Viajaría en turista. Me pararía a hablar con aquellos que me eligieron porque, quizá entonces sepa valorar el puesto que ocupo, y a quien se lo debo.



Hasta la próxima amigos :D