Como podéis imaginar, el arte del siglo XX supone una revolución importantísima con respecto a lo que se hacia anteriormente. Esta nueva concepción del arte se basa en los cambios surgidos en el siglo anterior. Entre estos cambios, el arte de vanguardia se asienta en tres pilares fundamentales como son el romanticismo, la fotografía y la educación. Hoy vamos a centrarnos en el primero de ellos.
El Romanticismo surge en un contexto de guerras y desesperación que vive la Europa de la época. El Antiguo Régimen llega a su fin y con él todo razonamiento lógico. Los artistas, influenciados por este nuevo contexto, buscan la exaltación de la belleza, de lo exótico. Buscan evadirse a paisajes y lugares exóticos. Buscan, en definitiva, un nuevo tipo de arte. En este nuevo arte lo que realmente importa es el individuo. El artista es un GENIO que tiene la capacidad para crear sus propios lugares, para buscar nuevas formas y obras. Este GENIO siente que puede representar la naturaleza y los sucesos como los siente en su cabeza y no cómo se los encuentra. ¿Por qué pintar un paisaje que ya existe? ¿Acaso no tengo yo imaginación para crear uno?
Estamos hablando de algo totalmente novedoso. El artista crea, no imita ni copia la naturaleza. Y no copia porque tiene la capacidad para crear. Para sacar lo mejor de sí. Es un artista y un GENIO.
Y genios tenemos multitud. Desde Delacroix hasta Jacques-Louis David, pasando por Géricault y el alemán Friederich. Todos ellos inician esta nueva forma de hacer arte.
Muerte de Sardanápalo, 1827. E. Delacroix. Óleo sobre lienzo
En relación al concepto de belleza el romanticismo también supone una renovación. Bien es cierto que se realizan multitud de obras similares a otras anteriormente producidas, como esta obra de Jasón Bertel Thorvaldsen de 1828
¿Os recuerda a alguna obra clásica? ¿Tal vez el David de Miguel Ángel? En el fondo, en esta escultura romántica también estamos buscando la armonía y la proporción. Jugamos con las formas y buscamos la belleza en virtud de la disposición del objeto.
Y es en esta capacidad por plasmar la genuinidad del autor donde realmente encontramos esas grandes obras. Ese genio interno es capaz de crear composiciones verdaderamente novedosas. Es en este contexto en el que realmente podemos contemplar obras originales. Obras, como ya he dicho, caracterizadas por esa libertad antes poco desarrollada en el artista. Obras que captan sentimientos e ideas del autor. Obras costumbristas o imaginarias. Obras de santos o de personas reales. Colores más vivos, menos. ¡Qué más da! Lo realmente importante para el artista es sentir que él es quien decide qué pintar. Lo que importa es esa capacidad para crear, para desarrollar sus sentimientos y sus pensamientos. Para reflejar su gran mundo interno y para comunicar sentimientos.
La Libertad guiando al pueblo. 1831. E.Delacroix
Arte para sentirse vivos. Arte para decir al mundo que ha llegado una nueva etapa. Una etapa de libertad.
En las próximas entradas analizaré los dos pilares que me quedan para entender el arte de vanguardia: la fotografía y la educación. No os las perdáis amigos :D
Texto e imágenes basados en: http://tom-historiadelarte.blogspot.com.es/2007/05/la-pintura-del-siglo-xix-el.html y Studivm
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