domingo, 19 de mayo de 2013

Érase una vez...

Érase una vez un colegio de un pequeño pueblo. Construído allá por los años 60 del siglo pasado, contaba con más de 100 alumnos repartidos en sus cuatro módulos de más de 25 alumnos por clase. Este colegio contaba con multitud de pasillos repletos de niños. Tenía unas pistas que siempre estaban llenas. Un arenero atestado de cubos y palas y unos columpios que necesitaban ser regulados por los profesores debido al gran uso que tenían. Era tal su masificación que cuando algún alumno faltaba porque debía ayudar a su padre en las labores del campo incluso hasta se agradecía su ausencia. Con el paso de los años, y las exigencias de trabajo reinantes en el medio rural, este pequeño colegio de pueblo fue perdiendo alumnos a pasos agigantados. Sus aulas comenzaron a vaciarse, sus profesores, sin niños a los que enseñar, se marcharon a la capital, y aquellos niños que configuraban la alegría del pueblo comenzaban a irse en desbandada hacia regiones y lugares más prósperos, buscando un futuro mejor y dejando un rastro de miseria y pobreza en dicho pueblo rural. Todo esto se produjo hasta que, un fatídico día el colegio dejó de tener alumnos suficientes para justificar siquiera un aula unitaria en todo el pueblo. Este pueblo, como otros muchos del entorno, dejó de tener alumnos en sus aulas. Dejo de tener vida en sus calles. Dejo de oir gritos de niños y cánticos de comba infantiles. Dejó de tener vida, como quien dice.

Más o menos esto es lo que me contó ayer mi abuela en una conversación que tuvimos acerca de mi pueblo. Bien es cierto que, afortunados nosotros, allí aún no ha cerrado la escuela, pero el número de alumnos es tan bajo que no tardará en hacerlo.

 Imagen de Google

Todo esto me ha llevado a plantearme si realmente queremos que esto se produzca. Que los pueblos se queden sin vida y sólo primen las ciudades. Estamos probablemente ante una situación crítica. ¿Dejamos que se vacíen los pueblos o intentamos que recuperen parte de su pasado de esplendor? Ya sé que todo esto poco tiene que ver con las entradas a las que acostumbro en este blog. Quizá no tanto, porque muchas de ellas hablan acerca de contenidos poco relacionados con el arte. Pero, como futuro profesor, he querido poner el grito en el cielo ante una situación que está provocando el abandono de los colegios rurales. Estos centros tienen multitud de ventajas como la posibilidad de relacionar a los alumnos con el entorno o la posible relación entre alumnos de distintas edades para trabajar multitud de conceptos. 

Y lo único que hacemos todos es buscar la ciudad como si de un agujero negro que nos abdujera se tratase. Los maestros, cuando tienen posibilidad, abandonan los pueblos en favor de la ciudad. Los niños, en cuanto crecen un poco, comienzan a ir a la ciudad y a pensar en su futuro rodeados de gente, de bares, de multiculturalidad... Y sin que nos demos cuenta hemos desaprovechado la oportunidad de enseñarles que lo que realmente vale la pena en la vida es el contacto con uno mismo, la paz, la libertad... Y no lo material y todos los lujos que la ciudad proporciona. Inexorablemente empujamos a nuestros hijos fuera del campo y les llevamos a un entorno hostil. Y los pueblos que les vieron nacer, abandonados.

Imagen: eldiadevalladolid

Una vez alguien me dijo que en el pueblo era donde mejor se vivía, que los niños podían jugar libremente y sin ataduras de ningún tipo. Que descubrían mucho más del entorno y que se adquirían los aprendizajes necesarios para desenvolverse en la vida. Y aunque no discuto que después todos queramos aspirar a una carrera y a mejorar, también aspiramos a volver al pueblo cada puente, cuando nos jubilemos, a cuidar el huerto... Debemos encontrar la fórmula para que los pueblos vuelvan a tener vida y a recordar ese pasado de griterio y ambiente por las calles. Porque es una verdadera pena pasear cualquier lunes, martes o miércoles por un pueblo y observar la desolación, el abandono y la poca gente que deambula por las calles.

Yo sueño con un futuro prometedor para los pueblos. Creo que está en mano de todos conseguirlos pero, por favor, no desaprovechemos la oportunidad de hacer valer lo beneficioso que tiene la educación en el entorno rural.


Hasta la próxima :D

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