viernes, 24 de mayo de 2013

¡Oh, capitán mi capitán!

En esta entrada quiero hablaros de la película el Club de los Poetas Muertos. Como os podréis imaginar, las películas también constituyen arte. ¿Por qué? Expresan sentimientos, emociones... Transmiten una serie de valores o, porque no decirlo, contravalores. Además de ello se basan en conceptos artísticos como la luminosidad o el color para desarrollar planos y puntos de vista originales o novedosos.

Como arte, toda película se ha de valorar. Hay muchas que valen la pena, muchas, pero las que competen a esta carrera y, por ende, a este blog, son las relativas al ámbito educativo. Es por ello que quiero hablaros un poco de este filme que, en mi opinión, refleja la esencia de lo que debería ser la labor docente.

La película El Club de los Poetas Muertos es una obra de Peter Weir desarrollada en 1989. Narra la llegada de un nuevo profesor de literatura (caracterizado por el famoso Robin Williams) a la prestigiosa academia Welton en el curso de 1959. En dicha academia, cuyo lema es "Tradición, Honor, Disciplina y Excelencia", los alumnos no están acostumbrados a pensar por si mismos. No pueden salir del guión que el profesor marque y los libros constituyen su principal mecanismo para aprobar las asignaturas. Se podría decir, que salirse del guión estipulado está muy mal visto. No hablemos ya de transgredir las normas o negarse a cumplir cualquier designio del docente al mando. En este contexto es donde el nuevo profesor Keating desarrolla su labor docente. Esta labor distará mucho de la que suelen emplear con los alumnos a los que da clase. El nuevo profesor busca que sus alumnos reflexionen. Quiere que persigan sus sueños y que vivan el momento (CARPE DIEM). 

Lo importante, ¿sabéis que mecanismo utilizaba este profesor para motivar a sus alumnos y promover el cambio que supuso que pasaran a ser estudiantes libres? La poesía. Y digo la poesía pero podría haber sido perfectamente la pintura, la escultura, la lectura... Este profesor se valía de la poesía para transmitir a sus alumnos los valores de honestidad, respeto, libertad... que guiaban su vida. Con ellos conseguía formar ciudadanos que pensaran por si mismos. Ciudadanos que sabían que no hay una única verdad, un único pensamiento... Y que gracias a este profesor fueron capaces de pensar por sí mismos. 

 Y es que el profesor Keating llevó a cabo una revolución importantísima en el aula. Una apuesta muy atrevida que tenía como objetivo formar ciudadanos libres pero, ¿Y si hubiese salido mal? ¿Y si los alumnos hubieran confundido libertad con libertinaje? Ciertamente es una duda que, como futuro docente me asalta constantemente. ¿Cómo tratar a nuestros futuros alumnos? ¿Con la suficiente confianza como para que sean ellos mismos? ¿Pero y si se me suben a la chepa? Parece que este docente lo tuvo claro. Bien es cierto que, al principio, fruto de los nuevos cambios didácticos, los alumnos aprovechaban las clases para alborotar, subirse a las mesas e interpelar al docente con el ya característico "Oh, capitán mi capitán". Pero fue con el paso del tiempo, con el desarrollo de las clases, cuando los alumnos de verdad comenzaban a ver al profesor como aquel que les ayudaba a pensar por sí mismos. Aquel que les decía que debían vivir la vida. Que debían perseguir una serie de sueños e ideales. Seguir un camino marcado por el bien y por sus pretensiones. Que vivieran el momento y que siempre, siempre, siempre buscaran aquello que les hace felices. Si ahora nos parece difícil transmitir eso en el aula, imaginaros en el año 1959.

No quiero detenerme más en contaros cosas de esta película. Está claro que constituye un desperdicio muy grande no visionarla siquiera. Ya no sólo el hecho de verla como futuros docentes, sino también como estudiantes de Expresión Plástica. Sus planos, el contexto en el que se desarrolla, la iluminación que presenta... son aspectos que como estudiosos de esta asignatura no deberían dejarnos indiferentes. 

Pero, y siento mucho decirlo, como maestro en ciernes no puedo ni podré nunca dejar de ver esta película y maravillarme por la cantidad de enseñanzas que transmite. Está claro que siempre debemos buscar la enseñanza allá donde vayamos, pues cualquier suceso, cualquier entorno, cualquier objeto y lugar es bueno para transmitir conocimientos a nuestros futuros alumnos. 

Algunos creen que estas enseñanzas son una especie de ensoñaciones. Algo impropio de docentes que deberían centrarse en sus libros o sus programaciones de aula. Yo creo que son la esencia de la acción docente.

(Frases de la película)

Carpe Diem: Vivid el momento. Coged las rosas mientras aún tengan color pues pronto se marchitarán. La medicina, la ingeniería, la arquitectura son trabajos que sirven para dignificar la vida pero es la poesía, los sentimientos, lo que nos mantiene vivos.

 (Subiéndose al escritorio)
Me he subido a mi mesa para recordar que hay que mirar las cosas de un modo diferente. El mundo se ve distinto desde aquí arriba. 


Muéstrame un corazón que esté libre de necios sueños, y te enseñaré a un hombre feliz. 

Y recordad:

Todos necesitamos ser aceptados, pero deben entender que sus convicciones son suyas, les pertenecen (...) aunque toda la manada diga: ¡no está bieeen! Robert Prust dijo: ''Dos caminos divergen en un bosque, y yo tomé el menos transitado de los dos, y aquello fue lo que cambió todo''. Quiero que encuentren su propio camino.



Al igual que Lagarto Amarillo, podéis ser lo que os propongáis :) No tengáis miedo a luchar por vuestros sueños. Probablemente sea una de las cosas que nunca me cansaré de transmitir a mis alumnos. Cada día tengo más claro que he nacido para educar.

 Hasta la próxima amigos :D

Texto: http://es.wikipedia.org/wiki/Dead_Poets_Society
Frases:  http://mundifrases.com/tema/el-club-de-los-poetas-muertos/1141

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