Llenos de preguntas, de sonrisas, de caras amables, de bondad, faltos de prejuicios... Así son los niños.
Con el paso del tiempo esos locos bajitos nos van dando muchas alegrías. Siguen siendo perfectos, siguen siendo nuestros niños mimados, nuestros ojos, nuestra voz, nuestra ilusión... Pero, poco a poco, estos niños van cargando con nuestras ideas y nuestras frustraciones. Van llenándose de agobios y ansias de futuro. Van viviendo en sociedad. Han dejado a un lado su curiosidad infantil y se encaminan hacia un futuro como trabajadores, como adultos que sólo buscan medrar y ganar más dinero. Ya no conservan esa dulzura infantil, ahora se guían por los estereotipos y el beneficio. Ya no son tan preguntones, han madurado. Ya no tienen ganas de seguir estudiando. YA ESTÁN EDUCADOS
Desgraciadamente, al educar a nuestros alumnos, al educar a nuestros hijos, conseguimos transmitir todos nuestros pesares e ideales. Conseguimos que dejen de ser creativos y ensoñadores. Han perdido la curiosidad y sólo se preocupan de qué han de hacer para superar una u otra asignatura. En eso se ha convertido el aula, en eso estamos educando. Y si no me creeis no teneis más que recordar cómo érais de pequeños o bien observar algún niño en el parque o con su familia. ¿Acaso no habeis sido vosotros iguales? ¿Acaso no habeis jugado con otros niños sin importaros si fuera más alto, más bajo, más joven, más oscuro...? A esas edades nada importa. Todo es perfecto porque lo que importa es la esencia de las cosas y no las apariencias.
Es innegable que a lo largo del proceso de socialización el niño va a ir descubriendo el mundo y va a integrarse en la sociedad, con todo lo que eso conlleva. Lo único que me preocupa es que en el aula y como futuros padres y docentes contribuyamos a limitar esa creatividad del alumno. Me preocupa que en el aula no les dejemos hacer preguntas ni les ayudemos a ser personas libres y educadas. Lo que me preocupa es que dejen de creer que se pueden cambiar las cosas y me preocupa demasiado que no les tengamos en cuenta.
Y es que, muchas veces creemos que en al aula no podemos hacer caso a las locuras e iniciativa de los alumnos. Total, ¿qué saben ellos de la vida? ¿qué van a opinar si no tienen ni idea de cómo va esto?
Pues a lo mejor, estos niños tienen la solución a muchos de los problemas que hoy acucian nuestra sociedad.
¿Les preguntamos lo suficiente? ¿Somos curiosos con sus ideas y pensamientos?
Ya ven señores, tenemos mucho que aprender...
...de esos locos bajitos
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