Siguiendo con la temática de mi entrada anterior (la cual hace referencia a los cambios en relación al lenguaje visual y las formas de comunicarnos desde una etapa de transmisión oral a la actual era visual) quería hacer referencia a un vídeo bastante llamativo que ofrece una serie de imágenes acerca de cómo ha ido evolucionando a lo largo de la historia el retrato femenino. Echadle un vistazo.
Como se puede apreciar en el vídeo, no se advierten patrones comunes entre todas las mujeres que aparecen en el vídeo. Unas tienen la piel más blanca que otras, unas tienen el pelo negro, otras son rubias, morenas... Unas parecen más esbeltas, otras con más kilos... Y todas ellas son iconos de una época. Todas representan la belleza en el contexto en el que se sitúan. Actualmente, por ejemplo, no está dentro del canon de belleza reinante una mujer grande o con poco pecho, pero quizá, si nos retrotraemos unos siglos o avanzamos a partir de la época actual, estas características vuelvan a formar parte de lo que entraría dentro de una mujer bella y, lo que ahora consideramos como tal, dejaría de formar parte de este grupo.
Debemos tener claro que el retrato femenino en este caso constituye una imagen que representa una realidad como en este caso puede ser "la mujer perfecta". Esta "realidad" está representada por un emisor y el receptor es el que la interpreta. Pero estas imágenes son sólo representaciones características de esta cultura visual. Una cultura visual que va cambiando con el paso de los años.
Quizá el siglo pasado esta imagen era una muestra de poco decoro y algo escandaloso para estar presente en los medios de comunicación y que, por ello, la gente tuviera acceso a la misma. Hoy día, nos parece algo cotidiano. Un anuncio más de los muchos. No nos preocupa ni nos traumatiza que, en este caso la mujer, salga en una postura sugerente y mordiéndose unos carnosos labios rojos que dirigen nuestra atención. Pero quizá lo que sí deberíamos hacer es plantearnos el hecho de por qué esa determinada postura, por qué esos labios que desentonan con el color reinante en la fotografía, qué nos intenta transmitir el autor, por qué ese tipo de mujer y no otra...
Como público que recibe toda esa información debemos depurarla. Tenemos la obligación de ordenarla y trabajar con ella pues está en todos los ámbitos de la sociedad. Debemos tener la capacidad para saber criticar todo ello que creamos inconveniente y para avalar y dejarnos guiar por aquello que creemos merece nuestro respeto y admiración. Y es que, aunque el arte y sus modos de representar haya cambiado, nosotros también. Y ahora estamos mejor educados que nunca para podernos enfrentar a todo ello.
(Imagen sacada de Google)
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