sábado, 23 de marzo de 2013

El reto de las oposiciones

Llevo ya algunas entradas hablando acerca de la profesión docente. Dando una serie de pinceladas de lo que significa para mí esta profesión. De lo importante que me parece llegar con ilusión a esta carrera. Sentir verdaderamente que vas a ser un buen docente, que vas a procurar lo mejor de tus alumnos. Que la mayor ilusión que podrás encontrar en tu futura vida laboral será la de sentir que has conseguido que tus alumnos sean felices, que aprendan a vivir por si mismos y que te vean como una figura importantístima para su desarrollo y que, en un futuro, te sigan recordando como aquel profesor que dejó una huella en ellos. Una forma diferente de vivir y actuar.

Y sé que en este país aún no gozamos de la posición que me gustaría. Sé que hemos perdido la autoridad que antes teníamos. Ya no se nos respeta de la misma manera y se nos suele tachar en muchos medios de comunicación poco menos que de vagos, sumisos y alienados. Y yo no quiero negar que, efectivamente, haya muchos docentes que ya hayan perdido la ilusión. Que se resignen a aceptar que la sociedad evoluciona y con ello sus alumnos. Yo no niego que ya haya docentes que hayan tirado la toalla y no quieran adaptarse a esta nueva situación. Pero lo que tampoco es normal es que por ello tengamos que aceptar todo como está montado.

Todo esto viene a cuento porque hace unos días leí una noticia bastante desagradable  de la que muchos medios de comunicación se han hecho eco. La noticia, con  mayor o menor diferencia, venía a decir algo así:

Maestros suspensos en Primaria, Asi educarán a nuestros hijos... y demás titulos que, en mi opinión, buscan avergonzar a toda la profesión docente buscando que nos sintamos realmente inútiles, poco preparados para trabajar en el aula.

Sin entrar a valorar la fiabilidad de estas noticias (porque si entro a ello podría extender esta entrada demasiado) me preocupa sobre todo el hecho de que la sociedad verdaderamente crea todas estas patrañas por el simple hecho de que aparezcan en los diarios. La verdad, no sé de qué me extraño. Si en España también nos parece creíble oír que los alcaldes y concejales se bajan sus sueldos porque, claro, como las dietas no se las cobran... Como dejan por ello de usar coches oficiales y van en autobús a su trabajo...
 Y yo, señores, nunca he visto a Mañueco bajarse en la Plaza del Mercado de un autobús de la línea 4 para acudir a su puesto de trabajo. 

Lo que realmente me preocupa es que, aún siendo cierto lo que se expone en los medios de comunicación, la gente crea realmente que en la carrera se nos está preparando para solventar dichas preguntas (cosa que realmente no se hace y constituye otro gran fallo del sistema). También me preocupa que la gente crea que las oposiciones son un reto demasiado fácil que cualquier alumno de 12 años podría hacer. Y es que, creyendo esto no hacen sino echar más leña al fuego, no hacen sino pensar: "normal que no confiemos en la docencia, si les ponen exámenes de niños de 12 años para optar a su plaza y encima la mayoría suspenden...". Desde aquí voy a contar un secreto a toda esa gente. NO, NO PINTAMOS NI COLOREAMOS EN LAS OPOSICIONES. NO JUNTAMOS PIEZAS DE LEGO. NO SUMAMOS 3 MÁS 4 NI ADIVINAMOS CUANTAS MONEDAS NECESITAMOS PARA COMPLETAR 90 CÉNTIMOS. 

Puede parecer cómico, pero tristemente es así. Tristemenete sé que, al igual que hoy dia, en el futuro tendré que pelearme con padres de alumnos y con otros tantos compañeros y amigos que día a día afirmen lo bien que se vive de maestro, con un puesto para toda la vida, viviendo sin agobios, sin tener que planear nada...No quiero resignarme a creer que estas opiniones que la mayoría de la gente ya ha adquirido vayan a perdurar en el tiempo y se repitan de generación en generación. 

Quiero pensar que en el futuro la gente de verdad apueste por la profesión docente. Quiero que sientan que las personas que nos vamos a ocupar de la educación de sus hijos en las aulas somos las más competentes y preparadas para ese puesto. Que para llegar hasta allí hemos pasado por unos estudios de importancia y superando unas pruebas difíciles. Y que, sobre todo, se nos tome más en cuenta y piensen que realmente vale la pena trabajar codo con codo con el docente de sus hijos. Pues, digan la que digan, la Educación fue, es y será la base de la sociedad.

Lo mejor que podría hacer toda esta gente es preguntarse realmente gracias a quién han llegado donde están ahora mismo. Debido a quienes han conseguido labrarse un futuro, superar unos estudios y optar al trabajo que hoy ocupan. Quizá entonces, sólo quizá, comenzarán a valorarnos mucho más.

Yo, mientras tanto, seguiré levantando la cabeza bien alto y defendiendo lo que creo que es justo. Y lo que creo justo es decir que la profesión docente es tan válida como las demás y, por ello, respetable y muy muy gratificante.



Hoy me sobra la energía, es el punto de partida

1 comentario:

  1. Defenderemos lo que nos gusta, y quien opine que esta carrera/profesión no vale para nada, se lo tendrá que hacer mirar, porque alomejor los que realmente no sirven para nada son ellos por ser tan inpetos.
    Gran entrada Alberto :)

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