miércoles, 17 de diciembre de 2014

Echa la vista atrás y SONRÍE, SIEMPRE SONRÍE


Hace un momento, pude observar por una red social como un compañero de clase hablaba acerca de estos cuatro años de vida universitaria con los que ya cuento a mis espaldas. Me ha emocionado el hecho de observar que, cuando se habla desde el corazón, las palabras salen solas.

Y es que, a lo largo de nuestra vida, vamos aprendiendo a hablar, a escribir, a dar las gracias, a insultar, a querer, a soñar... Pero nunca nadie nos enseña a SER FELICES.

Sé que puede parecer una obviedad, pero no es algo que nadie pueda enseñarnos, desgraciadamente. Sí, pueden existir unas pautas, puede haber algún ingrediente mágico que contribuya a que la felicidad llegue a cada uno, pero la mezcla (la forma en la que tú añadas esos ingredientes para conseguir tan preciada meta) no está clara. Y no está clara porque la felicidad es algo bastante subjetivo, depende de cada uno. Depende de cómo nos hayan educado, de las cosas que para nosotros son importantes, de las personas que nos rodean y de la actitud que tengamos. 

Pasa el tiempo, y deberíamos hacernos muchas veces la pregunta fatídica. ¿He conseguido ser feliz?, ¿Lo soy?, ¿Qué me falta para serlo?. Muchas veces buscamos excusas en base a los acontecimientos que nos ocurren, el trabajo que tenemos, la carrera que hemos elegido o la gente de la que nos hemos rodeado. Pero no nos planteamos el hecho de que tenemos referentes que nos indican que podemos ser muy felices, y ésto no viene determinado por el dinero que tengamos, o lo guapos y listos que seamos, ni mucho menos por el trabajo que desempeñemos o la gente que nos rodee.

Te das cuenta, finalmente, de que la felicidad no es algo fácil de alcanzar, pero tampoco imposible, pero no puedes confundirla con momentos alegres o risueños, ya que va más allá. Y sólo la conseguirás cuando consigas echar la vista atrás y compruebes quién te ha acompañado este tiempo, a quién has necesitado, qué te ha hecho sentirte bien y qué personas han conseguido formar parte de tu día a día. Pero no echas la vista atrás para lamentarte de lo mal que te hayan podido ir las cosas, sino lo que debes cambiar de cara al futuro. 

Ahora, evidentemente, también estoy echando la vista atrás, pues me encuentro ante mi último año de carrera, un periodo que estoy compartiendo con gente impresionante, gente que me hace valorar más la profesión que algún día quiero alcanzar, gente que no volveré a ver seguramente. O quizá sí. Quizá necesite saber de ellos pues, en este periodo de tiempo, han contribuido a que sea feliz, a que me sienta bien. 

Es por ello, que cuando hago balance, me planteo si realmente podría cambiar algo de mí, de mi forma de ser o de la gente que me rodea. Pero el simple hecho de planteármelo hace que me sienta bien, que me sienta feliz por intentar buscar ese sentimiento que a todos nos debería invadir. El sentimiento de rodearte de grandes personas, de aquellas que te han enseñado mucho y que, día a día, están ahí. Es un proceso constante y, como maestro, pienso seguir aprendiendo diariamente.

Hoy, una vez más, he aprendido mucho. En honor a esas personas que me han enseñado tanto durante estos cuatro años (puesto que son los mejores educadores que conoceré nunca): El sitio de mi recreo




Un saludo amigos :D, y no sabéis la suerte que he tenido por rodearme cuatro años de personas maravillosas, y los que me quedan. Estad tranquilos, esta generación de docentes vale mucho.

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