miércoles, 22 de octubre de 2014

Érase una vez: el ébola

"Cuenta la leyenda, que una vez, en África, un gran número de personas (millares de ellas), sufrieron una gran enfermedad llamada "ébola". Este virus conseguía matar a mucha gente. Gente que vivía muy mal. Que apenas tenía para comer, para curarse o para vestirse. Gente que, en muchos casos, convivía con otros 12 ó 13 de su familia en el hogar y que recorrían muchos kilómetros para, como vosotros, venir a clase. Gente que hacía sus necesidades en la calle y probablemente, por estas y otras muchas causas, se contagió de esta enfermedad. Un día, ese virus llegó a nuestro país..." 

Así, como si de un cuento se tratase, quizá el día de mañana me toque hablar del ébola a mis alumnos en el aula. Seguramente, al llegar a la parte de la historia en la que les contara que el ébola se originó hace más de 30 años y que hasta ahora en que ha "tocado el mundo occidental" apenas se ha hecho nada por erradicarlo, muchos de mis alumnos se asombrarían y se preguntarían aquello de... ¿pero no decíais que todos éramos iguales? o ¿por qué vive tan mal esta gente?.

Ciertamente no sabría que responder. Y es que, a muchos de nosotros se nos llena la boca apoyando a todas esas personas de África que tan mal lo pasan, ya no sólo a causa del ébola sino de otras muchas enfermedades o dificultades que se les presentan diariamente. Y es cierto, nosotros no somos sus salvadores o esas personas que deban ayudarles a superar sus dificultades, puesto que ellos también tienen gobernantes y, si se repartieran mejor, quizá recursos propios. Pero lo que tampoco podemos hacer es regodearnos por apadrinar alguno de esos africanos que tan mal lo pasan y tan desgraciaditos son y pensar que ahí acaba nuestra labor. Tampoco podemos obviar que la situación de partida que todas esas naciones africanas tenían era claramente pésima después de años de colonización y represión.

Hoy en día, en África se viven situaciones de todo tipo. Hay epidemias, guerras, dictaduras... Y nosotros, que nos consideramos civilizados y democráticos, creemos que debemos ayudar a mejorar dichas situaciones. Pero no seamos hipócritas, ¿cuándo lo hacemos?. CUANDO NOS AFECTA O CONVIENE. Sí, cuando nos afecta, como con el caso del ébola en el que hemos visto amenazada nuestra situación de mundo desarrollado, sano y con una sanidad envidiable. Cuando nos conviene, si, para sacar provecho, materias primas o beneficio económico. NUNCA en los telediarios se oyen noticias del tipo "Angola acogerá la próxima reunión de la cumbre del G8 que aprobará medidas para paliar los desequilibrios económicos mundiales", "Marruecos, epicentro de la economía mundial" o "Todos los países de la UE perdonan su deuda a los estados africanos". NO. Lo que se ve más bien es "Angola, al borde de otra guerra", "Marruecos, epicentro de subsaharianos que quieren cruzar la frontera española jugándose la vida" o "Los países de la UE acuerdan donar el 0,3% de sus recursos para los estados africanos", y después es cuando te enteras de que ese propósito no se cumple y que además siguen pagando una deuda que ciertamente no han generado ellos, sino sus excolonias. Sé que todo esto es demagógico, pero será que se me está pegando algo de los políticos de mi país.

Y cuando crees que no pueden sorprenderte más, llega el caso de Teresa Romero, la primera infectada por ébola dentro de nuestro país. El tema de esta enfermera ha generado mucha polémica. Ha tenido defensores, detractores... incluso gente que ha insinuado que tampoco hacía falta un máster para saber quitarse o poner el traje de protección (traje de protección por llamarlo de alguna manera, he visto lonas de circo mejores y trajes con mejor pinta como los alemanes o estadounidenses). Desde aquí quiero felicitarla por su curación y por su muy bien hecho trabajo, puesto que, de ser verdad lo que se dice de ella y aún sin creérmelo, un fallo lo tiene cualquiera. Pero el problema radica en que la opinión pública se ha posicionado mucho a favor de la muerte de su perro, Excalibur. Soy de los que opinan que acabar con la vida de un perro sin síntomas es una estupidez, pudiendo haber sido aislado y controlado, pero esa no es una decisión que esté en mi mano. Lo que me avergüenza es comprobar todo lo que se ha montado en relación a este tema mientras en África la gente sigue muriendo por esta enfermedad. Es decir, nos manifestamos por la vida de un animal mientras en África ya han muerto más de 4.000 personas, ¿alguien ha dicho algo de esto?. No interesa. Y ahora, con la curación de la única infectada en nuestro país, volveremos a dejarnos de preocupar por la enfermedad hasta la próxima. 

Sé que hablar es muy fácil. Quejarse como lo estoy haciendo ahora es un acto sencillo, es escribir y plasmar unas ideas que tengo. Si me preguntaran que haría para solucionarlo probablemente no tendría ni la respuesta ni exigiría tampoco que mi Estado gaste dinero que no tiene en controlar la epidemia. Lo que me preocupa es que nadie haga nada al respecto ni lo hará, porque parece que no nos incumbe. Pero después, cuando se da un caso en tu capital, a la puerta de tu casa, ya nos preocupamos, y ya vienen las prisas. Sólo digo que hasta cuando durarán.

Mucho van a tener que cambiar las cosas para que el día de mañana me toque contarles a mis alumnos esta historia con un final diferente, pero la fe es lo último que se pierde. Confiemos.

Es fácil hablar de igualdad cuando las desigualdades las sufren otros.



Hasta la próxima amigos :D

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