No sabría cómo definirlo, ni qué sentimientos me invaden en estos momentos. Tal vez pena, tal vez añoranza, seguramente tristeza y, porque no decirlo también, un poco de esperanza. Ya ha pasado algún tiempo desde aquellos momentos que supusieron un gran varapalo, pero la vida está llena de esos baches, de esas cuestas arriba que nos hacen dudar por un momento de si todo va a seguir igual, de si nada va a cambiar a partir de esos momentos amargos. Y está claro que nada va a seguir igual, pero es que nada dura eternamente, por mucho que nosotros nos empeñemos en ello.
Cuando parece que tu vida tiene más sentido que nunca, cuando todo sale a pedir de boca, cuando las personas que te rodean se contagian de tu felicidad y contribuyen a hacer de cada día el mejor, más problemas se nos presentan para que esto no continúe así. Parece que lo bueno ha de acabarse en algún momento cuando la realidad debería ser la de vivir constantemente en ese estado de felicidad y plenitud. No sé qué hemos de hacer para que todo funcione a la perfección, a quién rezarle para que la alegría dure eternamente ni qué penitencia cumplir con el objetivo de lograr el bienestar de los nuestros. Porque, por mucho que lo intentemos, hay designios que escapan de nuestras manos, hay cosas contra las que no podemos luchar.
Sin quererlo, se producen grandes baches que ayudan a que todo este pequeño "ecosistema de la felicidad" que tienes montado se venga abajo, y ya nada parece tener sentido. Tienes muchos apoyos, sí, pero te falta uno de los más importantes. Mucha gente que te va a escuchar, pero no quien tú quisieras. Cantidad de personas a las que agradecerle todo lo que hacen por ti pero a quien de verdad querrías agradecérselo ya no está, se ha esfumado, sólo pasa a ser un bello recuerdo, de los mejores de tu vida probablemente.
Y miras atrás, y recuerdas todo lo bueno que, sin pedir nada a cambio, te daba diariamente. Vas a su habitación, y ya nada parece igual. Te sientas en el salón y parece que la estuvieras viendo, a tu lado, sonriéndote, preguntándote qué tal te ha ido el día. Sales a pasear al parque pero, sin esa persona, todo parece un poco más gris, todo te parece más extraño. Y, sin darte cuenta en exceso, sabes que nada va a ser igual a partir de entonces, porque te falta precisamente esa persona que te ayudaba a afrontar los días con una gran sonrisa o, al menos, de la mejor forma posible porque sabías que al regresar la encontrarías donde siempre, en aquel lugar en el que tantas y tantas batallas habías oído de su boca, en el que tantos abrazos te aguardaban si únicamente buscabas un poco de cariño. Porque sabes que, en este mundo cada vez más loco, solo dispones de una serie de pilares fundamentales sobre los que se asienta tu felicidad, y a partir de ahí te das cuenta de que tu mesa ha quedado coja.
Y la única manera de superar estos amargos tragos es caminar. No sabes qué designios decidirán tu vida a partir de esos momentos pero hay demasiada gente alrededor, no puedes rendirte porque sabes que ella no lo consentiría. Y sigues adelante porque eso es lo que hubiera querido. Aunque a veces no sepas como, aunque a veces cueste demasiado, has de hacerlo. Poner una sonrisa y aparentar que todo va genial es muy fácil, pero saber que no es la realidad es una tarea que pocos descubrirán.
Ojalá las cosas no se dieran muchas veces como se dan, ojalá un mejor final. Si acaso, uno diferente. Pero son cosas que nosotros no tenemos derecho a cambiar. Y, por ello, hemos de elegir bien qué queremos mantener y que no. Qué decisiones han de guiarnos y qué hazañas serán las que marquen nuestras vidas. Qué acciones nos representarán y qué personas nos van a servir como modelo. Yo he contado con un modelo durante mucho tiempo, y mi único deseo es que se sienta orgullosa de mí. Espero estarlo consiguiendo. Por favor, espero conseguirlo.
Hasta la próxima amigos :D
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